Todo lo que influye en el precio del gasoil calefacción

El gasóleo de calefacción, al igual que el resto de carburantes, es un producto sofisticado y sometido a la acción de distintos agentes. Del mismo modo que su fórmula contiene múltiples aditivos que mejoran su rendimiento, su precio soporta la influencia de distintos factores, más allá del precio del petróleo.

Efectivamente, el precio del gasóleo depende de la oferta y la demanda del crudo y de las decisiones políticas estratégicas de los países exportadores. Pero también del coste de transporte y la logística, de los intermediarios, de las variaciones del consumo según la época del año, de los tipos de cambio de moneda y del propio coste de los distintos componentes del gasóleo que intervienen en su refinado. Y, por último, casi lo más importante: los impuestos, que suponen la mitad del precio final de venta.

Los impuestos, un coste fijo.

Los impuestos tienen una parte fija que es independiente del coste del producto. Esto provoca una amortiguación de las variaciones del barril sobre el precio de la gasolina o gasoil, que no suben y bajan tanto como lo hace el precio del barril. Por eso, existen ocasiones en las que el precio del petróleo baja y el de las gasolinas y gasóleo, sin embargo, sube.

En España, los carburantes están gravados por tres tipos de impuestos. El principal es el Impuesto Especial de Hidrocarburos, incrementado en junio de 2009 tanto para gasolina como para gasóleo. El segundo en incidencia en el cómputo del precio total es el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), actualmente al 21%. Y el tercer gravamen es el Impuesto sobre ventas minoristas de determinados hidrocarburos (IVMDH), determinado por el Estado y por las autonomías.

Y los gastos de refinado.

Todos los combustibles contiene un gran número de aditivos que se encargan de mejorar la combustión, y cuyo precio varía. Además, hay factores estacionales que afectan al refinado del gasóleo. La climatología, por ejemplo, influye en el consumo de gasoil de calefacción, siendo más elevado en invierno que en verano. Es lo contrario de lo que sucede con el consumo de gasolina, que se consume más en verano. Como las refinerías tienen una capacidad limitada para ajustar sus destilados, los precios varían también inevitablemente: a mayor demanda, mayor precio.

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